viernes, 30 de noviembre de 2012

Una forma de vida.


    Para algunos se trata de un pasatiempo, algo con lo que entretenerse. Para otros significa una manera de mantenerse en forma, hacer algo de deporte y de esta manera sociabilizarse y aumentar el numero de amigos. Es sólo un grupo de personas las que somos capaces de ver más allá de un deporte, más allá de las derrotas, las victorias, las lesiones. Capaces de entender que no se trata de un hobby, sino de una forma de vida. Algo que te enseña a vivir, te obliga a ser constante y perseverante, a perder el miedo a fallar y arriesgarte para conseguir lo que realmente quieres, a sacrificar cosas con tal de hacer aquello que te apasiona. Y es que son demasiadas las sensaciones que el voleibol puede provocar, demasiadas lágrimas y sonrisas, demasiados gritos del entrenador cuando la cagas.
    Creo que las personas que lo juegan son especiales, en mi opinión se trata de un deporte muy intenso en el que se pasan muchos momentos malos, momentos que cuando obtienes la victoria vale la pena pasar. Esos nervios que sientes cuando vas a ir al saque, esa rabia cuando te bloquean y esa sensación de ser imparable cuando bloqueas tú. La satisfacción de hacer una buena defensa o un punto de saque. Esa impotencia que se siente al estar en el banquillo y no poder hacer nada para ayudar a tu equipo, excepto animarles. Creerte que estás en la cima por haber hecho un ataque perfecto y que te cojan una defensa. Esa humillación de un balonazo en la cara, o las ganas de decir ‘’aquí estoy yo’’ cuando has fallado y tienes a tu entrenador gritándote como un loco.
    Estas son sólo unos de los pocos sentimientos que este deporte provoca en mi, por no hablar del orgullo que siento al ver a mi hermana tocar el balón después de haberla visto pasar de la época en la que sus rodilleras eran mas grandes que ella misma, al que es su momento de explotar, de tener esa magia que tiene cuando recibe. Verla crecer de tal manera que ha pasado de no llegar a la cinta inferior de la red a ser casi más alta que yo, con cuatro de años diferencia. 
   La palabra voleibol sólo significa deporte para aquellos no saben de que va la cosa, para los que lo sabemos quiere decir sacrificar citas, fiestas, etc.  por ir a entrenar o jugar un partido, aunque este sacrificio desaparezca cuando rozas la pelota. Voleibol significa entrega, pasión, rabia, adrenalina, significa temblar de nervios en un partido importante y aún así dar lo mejor de ti, significa  salvar una bola que todo el mundo creía perdida, aunque tengas que tirarte y limarte, significa tener moratones en las rodillas y los músculos cargados.  Todo esto desaparece cuando solo quedas tú y el balón, cuando llega el momento de hacerlo y  experimentar el placer de colaborar a hacer un buen punto e ir al centro del campo a celebrarlo con tus compañeras. Compañeras locas que con el tiempo pasan de ser simplemente compañeras a ser amigas, en las que puedes confiar aunque en realidad compitáis por tener un puesto titular.
   Quizás no sea el deporte más popular, ni el mejor pagado,  pero para mí es el mejor deporte del mundo, mi hobby, mi pasión, mi manera de desestresarme,  de conocer a buenas personas, mi competición personal y con el resto, una de mis mayores fuentes de sonrisas y una de las pocas maneras de sentirme a gusto conmigo misma y con lo que hago.

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