domingo, 4 de noviembre de 2012

Miedos de un 9 de Octubre.

  Quizás mi mayor miedo es quererle y que no me corresponda, que de repente un día desaparezca sin razón, otra vez. Y es que con él nunca se sabe, su manía de no mostrar sus sentimientos me impide saber más allá de lo que él afirma, cuáles son sus intenciones, lo que quiere, lo que no....
   Si ya mi naturaleza es ser insegura, esta situación me lleva al límite, puede que sea culpa mía por pensar demasiado, pero esto es consecuencia de mi inseguridad y esa tonta manía de querer tenerlo todo bajo control, a veces no me doy cuenta de que hay cosas que no se pueden controlar, como el amor. Que llega a tu vida y la pone patas arriba, que te atonta de una manera descomunal. Sinceramente, nunca pensé que me ocurriría nada igual, ni siquiera parecido, no digo que esté enamorada de él, pero puedo jurar que cada día que pasa aumenta su importancia en mi vida, hasta el punto de pensar que le quiero. Y el hecho de que él sea tan ''cerrado'' hace que mi inseguridad me lleve a pensar que lo nuestro sea para él un pasatiempo.
    Aunque cuando le pregunto me lo niega rotundamente mirándome a los ojos y haciendo así que todos los pensamientos negativos se disipen y den paso nuevamente a mi mundo de color rosa, de pensar en él cada momento y en lo que me hace sentir con sólo una mirada, una caricia. Una caricia con la que hace que todo mi cuerpo se estremezca, que me recorra una sensación de plenitud, de sentirme como en casa, a gusto.  Espero que él se sienta la mitad de bien que yo cuando le toco, cuando acaricio su pelo, su cuello.
   De entre todas las relaciones que he tenido, aunque no hayan sido muchas, esta es la más real, ya no sólo por lo que siento ahora mismo, sino porque hemos sido capaces de superar las diferencias que nos separaban y el problema que nos mantuvo distanciados durante dos semanas. Dos semanas en las que me sentí como si no valiese nada, como si todo lo que le ofrecía, para él no fuese mas que palabrerío. Y cuando ya empezaba a asumirlo y a aprender a vivir sin él, apareció de nuevo para disculparse y llevar lo que considerábamos un intento a un hecho. Volvió para dar sentido a mi vida otra vez, para hacer que pensase en el veinticinco horas al día, ocho días a la semana.

                                                                                        9-Octubre-2012

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