viernes, 27 de abril de 2012

Errores de los que aprender, recuerdos que superar.

    Y es que no se trata de olvidar nuestros fracasos, se trata de aprender de ellos y una vez asimilada la lección podremos superarlos, pudiendo recordarlos sin que nos duelan demasiado, porque esta claro que un fracaso siempre duele. Te dolerá siempre que sigas recordando cómo fallaste, cómo todos tu planes se fueron a la mierda por una estupidez, independientemente de quién la cometiera.


  Todos los días de nuestra vida cometemos errores de los cuales podemos ver las consecuencias a corto o a largo plazo o con mayor o menor intensidad. Pero lo que tenemos que hacer no es centrarnos en cada error que cometemos, sino en las consecuencias para aprender de ellas, para no volver a cometer esos errores estúpidos que pueden acabar poniendo nuestra vida patas arriba durante un tiempo, durante el tiempo que tardemos en asimilarlos y aprender de ellos. Los errores que consideremos mas insignificantes se irán borrando de nuestra memoria, y con ellos las consecuencias que conllevaron, y probablemente los volvamos a cometer hasta que nos demos cuenta de que todas las consecuencias que nuestros errores produjeron son importantes, porque si seguimos cometiendo una y otra vez los mismo errores no evolucionaremos como personas, no maduraremos.


   Creo que hay un error que yo sigo cometiendo, que cada vez que las consecuencias de esta acción repercuten en mi vida de una forma abrumadora las olvido, una y otra vez me ocurre y sigo olvidándome de que no debo hacerlo. Quizás el confiar demasiado rápido en las personas es mi error, del que no se aprender, el cual no se superar. Quizás si no confiase en la bondad de las personas al azar no me decepcionaría, quizás si no creyera en lo que algunas personas me demuestran en poco tiempo y no creyera que se han dado a conocer, no me decepcionaría al conocer cómo son en realidad, cómo cuando una situación no les agrada, cambian totalmente, ya no son esas personas amables y simpáticas que conocías, se convierten en desconocidos, en gente con la que parece que nunca has hablado, que nunca ha compartido contigo una sonrisa. Y en ese momento te das cuenta de que los momentos que para ti ha sido muy buenos, para ellos no eran más que momentos normales, situaciones cotidianas que comparten con cualquiera. Y ahí estas tú, una vez más decepcionada, recordando todas las veces que has cometido el error de creer en las personas, empiezas a revivir esos momentos, esas risas compartidas que se convirtieron en gritos. Y quedas aún más decepcionada, y te prometes a ti misma que no te volverá a ocurrir que la próxima vez no lo harás, pero no es así y en el fondo tú misma lo sabes, y sabes que volverás a hacerlo porque aunque no quieras, sigues creyendo en la bondad de las personas.



Mis amigos me llaman Celi.

  No se muy bien que significa ser una chica normal para la sociedad de hoy en día, pero para mí, independientemente de la forma de vestir y demás cosas prototípicas, una chica normal es aquella a la que lo que la gente pueda opinar de su aspecto le es indiferente, es aquella que no le importa si su personalidad gustará a todos o no, aquella que cada mañana se despierta pensando que ese va a ser un buen día, que es capaz de sacar unas notas bastante aceptables con constancia y esfuerzo, porque una chica normal debe saber lo que quiere, no con exactitud, pero si ha de tener claras sus expectativas, sus sueños y sus deseos, para así saber que está dispuesta a sacrificar, lo que quiere recibir y todo aquello que puede dar. En mi opinión, ser una chica normal conlleva todo eso y seguramente más cosas que se me escapan, al fin y al cabo no soy una chica del todo normal, o eso afirma la mayoría de la gente a mi alrededor.  


   Pero aún así existe un  grupo de personas que, a pesar de que mi aspecto y mis personalidad no concuerden con el prototipo de chica normal de estos tiempos, me aceptan tal y como soy, sin cuestionar nada se limitan a quererme y a ayudarme sin importarles lo que las otras personas piensen. Dicho grupo de personas me apoya cada día y me da fuerzas para seguir adelante, a pesar de los continuados obstáculos que la vida pone en mi camino. Son esas personas las que considero verdaderos amigos, amigos de verdad, no simples conocidos que alegan conocerme, ellos son distintos, son personas a las que vale la pena tener en mi vida y no me arrepiento de abrirles mi corazón, aunque eso signifique ir en contra de mis principios. 


   Nunca pensé tener personas así en mi entorno, en mi vida cada día, ellos son especiales, son mis amigos, y mis amigos, me llaman Celi.